La Coalición del No se enfrentó a una coalición económica, política y social integrada por partidos políticos, cámaras patronales, empresas transnacionales, organizaciones sociales con financiamiento privado y en general todas los grupos políticos tradicionales. Además se suman los grandes productores agrícolas; los interesados en la explotación minera y petrolífera; las industrializadoras de los productos del mar; el capital financiero nacional e internacional representado por la banca privada; la dirigencia solidarista comprometida con empresarios; grupos profesionales de instituciones públicas con status gerenciales; los expresidentes Calderón y Rodríguez; parte de la jerarquía de la Iglesia Católica y de otras iglesias cristianas; la embajada y el Departamento de Estado Norteamericano, y una parte de la clase media que, en común tenían y tienen, su afán por desarrollar las ideas bushianas del "libre mercado con subsidios" y rostro transnacional, sin considerar sus implicaciones en el desarrollo y su impacto en el modelo solidario costarricense.
"Salus populi suprema est lex (La ley suprema es el bien del pueblo)". Cicerón
Por Alvaro Arnoldo Araya Alpízar
PRIMERO
El proceso de referéndum y el resultado
La Coalición del No se enfrentó a una coalición económica, política y social integrada por partidos políticos, cámaras patronales, empresas transnacionales, organizaciones sociales con financiamiento privado y en general todas los grupos políticos tradicionales. Además se suman los grandes productores agrícolas; los interesados en la explotación minera y petrolífera; las industrializadoras de los productos del mar; el capital financiero nacional e internacional representado por la banca privada; la dirigencia solidarista comprometida con empresarios; grupos profesionales de instituciones públicas con status gerenciales; los expresidentes Calderón y Rodríguez; parte de la jerarquía de la Iglesia Católica y de otras iglesias cristianas; la embajada y el Departamento de Estado Norteamericano, y una parte de la clase media que, en común tenían y tienen, su afán por desarrollar las ideas bushianas del "libre mercado con subsidios" y rostro transnacional, sin considerar sus implicaciones en el desarrollo y su impacto en el modelo solidario costarricense.
Los neoliberales durante el referéndum hicieron del clientelismo su principal formar de ganar elecciones, aunado con nuevas y novedosas estrategias de miedo, chantaje y cizaña para garantizarse los votos en las urnas, además del uso de recursos públicos, el irrespeto de las leyes electorales, el rompimiento de la tregua electoral, las resoluciones cuestionadas del Tribunal Supremo de Elecciones y otras muchas anomalías; además del plan estratégico del memorando Casas-Sánchez, donde se esbozaba la guía para implementar todo un proceso de confabulación y simulación contra las instituciones democráticas, más miedo a perder empleos y "cizaña comunista incluida. Todo con el propósito de consolidar sus intereses económicos, con la complicidad de la comunidad mediática nacional e internacional. Tanto fue así que, inclusive durante el período de la tregua electoral, se convirtieron en las principales armas para hacer de la toma de decisiones en las urnas un asunto de "emociones cívicas", y no de razones económicas: "al fin y al cabo lo que estaba en juego era y es la democracia, por lo demás todo seguirá igual". Este fue unos de los mensajes eje de la campaña mediática del Sí.
Al igual que el Partido Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, el Movimiento Libertario y Renovación Costarricense, las Cámaras Patronales se han unido pública y notoriamente como miembros del Partido Único Neoliberal. Este fue el principal logro político de la campaña contra el TLC. Es que, "por primera vez", con "el consentimiento del Tribunal" muchas empresas llamaron y concentraron a los trabajadores para presionar el favor del voto por las tesis neoliberales de los Arias. No escatimaron ningún esfuerzo económico, ni psicológico para asegurarse ese voto. Hubo escenas grotescas que hicieron recordar tiempos anteriores al cuarenta y ocho, cuando era común que los gamonales reunieran a sus peones para llevarlos a votar por su candidato, so pena de despidos o pérdida de derechos laborales.
Los del Sí no dudaron en promover el TLC, como un asunto de apoyo y amistad para con el pueblo norteamericano, aunque en el fondo lo sustantivo era y es interés del Departamento de Estado y la Embajada Norteamérica de evitar una derrota política más para el Gobierno Bush y sus compromisos con las transnacionales. La utilización de sus recursos y los correspondientes a los grupos económicamente fuertes del país, para sabotear el respeto de las normas electorales y socavar las bases de la institucionalidad quedó al descubierto. En la batalla desesperada por salvar a los Arias y Bush de un fracaso, no escatimaron sumas de millones de dólares.
El referéndum obligó a los neoliberales a mostrar su verdadera cara ideológica, sin las etiquetas de socialdemócratas y socialcristianos que en el pasado mostraban, para identificarse como grupos antagónicos. La coalición del Sí, obvió la discusión por el fondo de los desajustes que provocaría el TLC, por todo lo relacionado con los temas de propiedad intelectual, protección del trabajador, desarrollo sostenible, explotación del agua, desregulación del sistema de subsidios cruzados del ICE y otros muchos más que "catalogaron de mentiras del no", pero que hoy las reconocen como ciertas; sin que la gente tenga la oportunidad de discutir e informarse objetivamente.
Lo que unificó a los electores del Sí no fue la idea de una Costa Rica mejor con TLC, fue el miedo a perder la amistad de los norteamericanos, el empleo y la democracia, en razón de la supuesta amenaza que representaban y representan Chávez, Ortega y Castro. Pero, pese al "Poder descomunal" descrito y a la misma disparidad en el uso de los recursos públicos y privados, por la falta de normas y criterios imparciales del Tribunal Supremo de Elecciones, el resultado electoral fue muy ajustado y limitante en "términos de confianza y gobernabilidad", más aún si se considera que el 40% de los electores se abstuvo de votar.
Los medios, "en su esfuerzo por defender los empleos y la democracia", lograron atraer a los indecisos hacia el terreno del abstencionismo y una parte de ellos hacia el sí. Sembraron la duda entre quienes, aún en las filas del "pancismo tradicional", no
estaban seguros acerca de la continuidad de las prerrogativas comerciales de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe.
De todos modos, pese a la "victoria de Arias" en el Referéndum no logra superar la barrera del 30% del apoyo del electorado. El oficialismo neoliberal llegó al Referéndum, después de cinco años de campaña continua a favor del TLC, amenazando que si la población no lo aprobaba, continuaría con el trámite de las leyes de implementación, que promueven la apertura del monopolio de telecomunicaciones y otros relacionados con el proyecto de Tratado. Eugenio Trejos, en representación de la Coordinadora Nacional del No, en cambio, dio una lección de compromiso democrático al aceptar el resultado a pesar de las muchísimas irregularidades denunciadas en materias como: propaganda y medios, negativa del derecho al voto, suplantación del sufragante, no inclusión en paquetes electorales del padrón electoral, existencia de votos nulos con indicios injustificados de anulación por el emitente, no entrega de copias de actas a fiscales, existencia de más boletas de votación que electores votantes en una mesa y otras semejantes, como indicios de irregularidades.
El resultado, como era de esperar ha sido recibido con voces de victoria por las Cámaras Patronales y los medios de comunicación, bases fundamentales del apoyo financiero y mediático del PLUSCLI. Las expresiones triunfalistas de la Coalición del PLUSCLI, también reconocida como Partido Único Neoliberal, han sido y son desmesuradas, cuando en el fragor de sus delirios de éxito a partir del escuálido resultado, no piensan dos veces para llamar como antisistemas a quienes han cuestionado y cuestionan las resoluciones de la Sala Constitucional y el Tribunal Supremo de Elecciones, con motivo de sus decisiones en el marco del Referéndum.
Pero lo realmente significativo, para efectos de la gobernabilidad, en el Referéndum fue que el abstencionismo sigue siendo el ganador con un 40%, y esto demuestra ante todo desconfianza en los gobernantes y el sistema. Este hecho más allá del mínimo triunfo de los Arias, muestra desilusión y descontento con la democracia costarricense, sus instituciones y partidos políticos.
Imaginemos qué hubiese sucedido el 7 de octubre, y en estos días, si por esos cincuenta mil votos hubiera triunfado el No. La Coalición del Sí y su Gaceta Oficial La Nación, y demás medios, habrían llamado a defender la democracia, por la supuesta intromisión de Chávez y demás referentes contrarios a la política comercial de Bush.
…enviado por Alvin.
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