Las universidades públicas en todo el mundo están funcionando como
maquiladoras tecnológicas para las corporaciones.
Investigacion y propiedad intelectual: Geopolítica del conocimiento
Diez empresas de biotecnología (3% del total del sector) representan el
72% de los ingresos.
Por Sebastian Premici
La acumulación de bienes materiales está llegando a un límite. El
proceso de apropiación de riquezas está más cercano a los monopolios del
conocimiento que a las industrias tradicionales. Este proceso confluye
en una estrecha interrelación entre el poder económico y la propiedad
intelectual, que va desde la creación de software hasta la
biotecnología.
“Hay una distribución geopolítica de los monopolios, y
existe por otro lado una expropiación tremenda de riqueza intelectual de
nuestras sociedades, utilizando estos mecanismos. Un ejemplo son los
grandes laboratorios que realizan bioprospección, visitando comunidades
indígenas que trabajan con variedades de plantas desde tiempos
inmemorables, y terminan patentando estos conocimientos que hasta ese
momento eran patrimonio común de la humanidad. En este caso, los
regímenes de patentes actúan como cercos”, explicó a Cash Beatriz
Busaniche, integrante de la Fundación Vía Libre y defensora del software
libre.
El cerco era el alambrado que permitió la división de tierras y su
explotación privada, con la aprobación de los gobiernos. Hoy el cercado
se produce de otra forma, utilizando como instrumento la acción de los
Estados que ofrecen monopolios sobre aquello que es bien común de la
humanidad. Por ejemplo, el genoma humano, seres vivos, variedades de
plantas, algoritmos matemáticos, cadenas celulares, métodos de negocios,
juegos. “El desarrollo de toda la ingeniería genética en las últimas
décadas apuntó a controlar la agricultura a través de semillas
transgénicas que ponen a los agricultores en manos de los designios e
intereses de las corporaciones. Ninguno de los transgénicos
comercializados en la actualidad persigue otro fin. De esta forma, los
derechos de propiedad intelectual se complementan con los transgénicos,
creando un callejón sin salida”, advirtió ante Cash, Carlos Vicente,
integrante de la ONG Grain. La geopolítica del conocimiento hizo que
Monsanto incautara en Europa –durante 2006– cuatro embarques de harina
de soja provenientes de la Argentina.
La organización canadiense ETC Group indicó en su informe Oligopolios
2005: concentración del poder corporativo, que las diez empresas
biotecnológicas más importantes representaron menos del 3 por ciento del
número total de compañías en el sector, pero dieron cuenta del 72 por
ciento de los ingresos (33.429 millones de dólares), de un total de
46.533 millones de dólares entre 309 compañías. En 2003, la Oficina de
Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos (US PTO) otorgó 8630
patentes relacionadas con la nanotecnología. Los cinco países con mayor
número de patentes fueron: Estados Unidos (5228), Japón (926), Alemania
(684), Canadá (244) y Francia (183); y las cinco principales empresas
fueron IBM (198 patentes), Micron Technologies (129), Advanced Micro
Devices –AMD– (128), Intel (90) y la Universidad de California (89).
Estos datos ofrecen un mapa de la distribución geopolítica del
conocimiento basado en monopolios de copyrights y patentes. “Las
universidades públicas en todo el mundo están funcionando como
maquiladoras tecnológicas para las corporaciones: son las que hacen la
mayor parte de la investigación básica, la patentan y luego las
licencian en forma exclusiva a las grandes empresas. Esta tendencia se
repite también en las universidades latinoamericanas, aunque con mayor
desigualdad”, afirma Silvia Ribeiro, investigadora mexicana del ETC Group.
“Estamos en un mundo en el que se están produciendo nuevos procesos de
acumulación y monopolización de riqueza, y lo peor es que son tan
silenciosos, tan poco traumáticos a la vista de nuestras sociedades, que
se dificulta terriblemente instalar estos temas en la discusión pública.
Es una forma de control indolora, invisible, naturalizada, penetrante y,
lo peor de todo, profundamente seductora”, explicó Busaniche.
El 21 de enero de este año, Lino Barañao –futuro ministro de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva del gobierno de Cristina Kirchner–
aseguró ante este suplemento que es necesaria la “generación de patentes
propias que no interfieran con las patentes extranjeras”. El objetivo de
esta acción perseguiría, según Barañao, “revertir la situación donde una
empresa copa el mercado o controla una tecnología clave, como en el caso
de las semillas de Monsanto”.
“Si el concepto de Propiedad Intelectual sirve para monopolizar el
conocimiento fundamental para el conjunto de la humanidad por empresas
que sólo tienen el objetivo de la ganancia, esto no sólo es una amenaza
para los países en desarrollo sino para toda la humanidad. El
conocimiento no es algo mágico sino un proceso histórico de sumar y
concatenar saberes. En este sentido, hay que orientar la construcción de
una estrategia con políticas de Estado a largo plazo no sólo para
ubicarnos en el mundo sino principalmente para aprovechar las nuevas
tecnologías de la información y el conocimiento dentro del modelo de
desarrollo económico y social emprendido en los últimos años”, concluyó
el sociólogo y profesor de la UBA, Gabriel Mateu.
…enviado por Colaborador-JMF.
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